Los abrigos de Custo

Poco imaginaban los hermanos Dalmau, Custo y David, que la actriz que puso en marcha el morbo público actuando de prostituta en Beverly Hills les pondría también en marcha a ellos, «aunque, antes de ponerse Julia Roberts mis camisetas, ya se las habían colocado los chicos que compartían piso en la serie televisiva Friends».

Custodio, Custo, el hermano que pone nombre a esta etiqueta fashion, admite con humildad que, de no ser por este cúmulo de coincidencias mediáticas -nunca provocadas por ellos-, el camino al estrellato americano de sus prendas estrella habría sido más lento y mucho más largo y costoso.

A las puertas de iniciarse la tercera edición en Barcelona de la feria Bread Butter, simultánea a la Pasarela Barcelona, Custo asoma como nexo de unión entre las marcas de la primera cita y los diseñadores de la otra. Por algo los Dalmau diseñan, producen y comercializan. «Ni Cibeles ni Gaudí han sido pasarelas que me hayan seducido. Siempre hemos tenido claro que nuestra pasarela para mostrarnos era la de Nueva York. La decisión de presentar un avance de nuestra colección en Barcelona es comprensible porque Bread Butter es un acontecimiento de moda que atrae a prensa y compradores internacionales. Teníamos una cita pendiente con Barcelona porque es la ciudad en la que nacimos, así es que sólo teníamos que sumarnos a la iniciativa de los alemanes y coincidir».


Si la primera prenda de los Dalmau fue una camiseta, para la segunda se decidieron por un abrigo. De ahí a las faldas, pantalones, vestidos y todo lo demás, incluidos los accesorios, fue una evolución natural y lógica. «David y yo», cuenta Custodio, «volvimos de un viaje de California vestidos con camisetas surferas y los amigos nos avasallaron. Aún no se habían visto en España. En aquel momento, y después de cinco años de aburridísima Facultad de Arquitectura -era época franquista y jugábamos a cartas en vez de aprender urbanismo-, iniciamos el camino. Un día nos dimos cuenta de que lo de la camiseta era estacional, sólo para verano, y pusimos en marcha una camiseta muy grande y con tejido de invierno, el abrigo. Funcionó y hasta aquí hemos llegado»

«Estoy a punto de cumplir los 50 años», sigue diciendo Custo, «y me muestro convencido de que la edad es ciertamente algo mental porque conservo los errores y la ilusión de hace 20 años. A menudo, hablo de alguien de 49 años como si se tratara de una persona mayor, sin darme cuenta de que yo estoy en una línea paralela. ¡Es increíble! Me encanta tener la edad que tengo».

Hay un sufijo permanente en toda la conversación mantenida: «nos». Custo Dalmau no entiende sin él ni la vida ni la profesión. Su respaldo familiar resulta clave. «Uno puede hacer las cosas solo, claro», explica, «pero hace menos. Y no hay que perder de vista la familia por muchas horas que se trabaje. Tengo pareja -Eva- y tres hijas -Carlota, Montana y Morena- y muy claras las parcelas que son suyas. La familia es básica».

Tras hablar de conceptos clásicos, «porque soy un clásico», dice, Custo Dalmau se declara un gran admirador del género femenino. «Las mujeres me interesan más que los hombres porque llegan siempre más a fondo en sus pensamientos. Los hombres somos espartanos y zoquetes. Yo, además, me declaro inmaduro. Fíjese si lo soy que me sigo excitando cada vez que diseñamos algo nuevo, y de ahí surge mi energía».

La ausencia de divismo es evidente en él. «El divismo está bien para quien vive de él», asegura. «No puedo imaginar, por ejemplo, a Naomi Campbell hablando por la calle con cualquiera. No es lo que toca. Sin embargo, no soporto la prepotencia ni la soberbia. Mire, mido 1,70 y, de haber medido 20 centímetros más, quizá mi vida habría sido diferente, sobre todo frente a las altísimas modelos rusas».
Con 2.500 clientes multimarca y 50 tiendas propias repartidas por el mundo, confiesa que se ha hartado de ir de aquí para allá con la maletita, vendiendo. «Me queda poco tiempo ahora, pero, siempre que puedo, visito a los clientes». La número uno de su lista de ventas es la tienda de Las Vegas. «Allí el dinero entra y sale de los bolsillos con la misma facilidad». Le siguen Miami, los Emiratos Árabes, Barcelona y Madrid. A nivel estacional, Ibiza y Puerto Banús, en Marbella.

Además de reinventar la camiseta por el sistema de la customización, Custo y su equipo no se cansan de customizar para otros: por ejemplo, un teléfono para Motorola y una botella de cerveza para celebrar el 130 aniversario de la cervecera Damm, que precisamente celebró ayer mismo su cumpleaños en Barcelona.

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