Marvin Davis sabía cuando vender un negocio

Con sus 190 centímetros y sus 130 kilos de peso, Marvin Davis no pasaba inadvertido en ninguna reunión o consejo de administración de las muchas compañías que poseyó, aunque no era su físico sino su increíble capacidad para saber cuando comprar un negocio y, sobre todo, cuando venderlo, lo que dejaba boquiabiertos a sus colegas. Su operación más sonada fue la compra de la 20th Century Fox y su posterior y lucrativa venta al magnate australiano Rupert Murdoch.

«Era insaciable y estaba encantado con hacer negocios. Y era mucho mejor cuando adquiría sus compañías que luego cuando las operaba», ha dicho James Kneser, uno de sus socios en los años 80, al conocer su muerte el sábado a los 79 años. Sus conocimientos del mundo de los negocios los aprendió de su padre, un empresario de la moda de Nueva York convertido en petrolero en Colorado, que enseñó a su hijo a devorar las empresas en las que entraba, exprimirlas al máximo y marcharse antes de que fuera demasiado tarde. 


De esta forma, el empresario vendió a precios desorbitados sus empresas petroleras y de gas natural a finales de los años 70, antes de que la industria cayera en picado. Con parte de sus ganancias, y ayuda de otros empresarios, compró la 20th Century Fox y cuatro años después se la vendió a Murdoch, que la pagó a precio de oro porque el magnate quería un estudio para adentrarse en Hollywood.

También era dueño de compañías inmobiliarias, de hoteles, de campos de golf y de negocios de esquí que abandonó a tiempo, siempre obteniendo un gran beneficio económico. En 1981, Davis se decidió a invertir en Hollywood y en compañía de Marc Rich, por aquel entonces un hombre imprescindible para abrir las cajas de caudales de la industria del cine, adquirió el 20th Century Fox por 725 millones de dólares. Rich terminó después haciendo mucho más que negocios de fontanería empresarial y fue acusado de fraude por Hacienda.

Los focos, los escenarios y las cámaras atrayeron a Davis, y durante los cuatro años que fue dueño del estudio se convirtió en un mandamás de la industria del cine. Apoyó a sus directores favoritos con grandes sumas para rodar películas y gastó fortunas en sus famosas fiestas. Además nombró a políticos como Gerald Ford y Henry Kissinger en los puestos de dirección de la Fox.En 1985, Murdoch llamó a la puerta con el dinero que había hecho en Gran Bretaña con la compra de varios periódicos y cadenas de televisión. Davis vendió y obtuvo 325 millones de dólares de beneficios.

En 1990 dió otro de sus golpes maestros y vendió por 841 millones de dólares el campo de golf de Pebble Beach, donde han jugado los más ricos del mundo. Dos años después, el conglomerado japonés que había adquirido el terreno lo tuvo que vender por 350 millones de dólares menos.

El dinero nunca le abandonó. La revista Forbes le colocaba este año en la posición número 30 de los norteamericanos más ricos con una fortuna de unos 5.800 millones de dólares. En los últimos tiempos quiso comprar, sin suerte, compañías como Northwest Airlines, United, CBS y Resort International y equipos de fútbol americano como los Dallas Cowboys y los Denver Broncos. Y en el 2002 fue uno de los empresarios que quiso adquirir por 20.000 millones de dólares las compañías de entretenimiento norteamericanas, incluido el estudio Universal, de la multinacional Vivendi. Era buen amigo de sus amigos, como Frank Sinatra y otros famosos y fue un destacado mecenas y organizador de fiestas benéficas contra la diabetes y la esclerosis múltiple.

Dos eran sus máximas preferidas: «No apuestes tu dinero sino el de otros y no te enamores de tus empresas porque siempre hay alguien que quiere comprarlas».

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