Kirsten Dunst tiene la boca desfigurada

A sus 27 años puede presumir de una larga carrera, sólo al alcance de niñas prodigio como ella. Su primer gran papel le llegó a los 12, en Entrevista con el vampiro, y desde entonces ha sabido combinar con buen ojo superproducciones (con la serie de Spider-Man a la cabeza), comedias románticas (Wimbledon) y películas arties (con Sofia Coppola ha brillado en Las vírgenes suicidas y María Antonieta). 

Ha hecho sus pinitos como cantante y como directora -presentó su primer corto, Welcome, en el Festival de Sundance hace dos años-, y se resiste a ejercer de estrella. Pendiente de que se dé luz verde a un biopic sobre la cantante Debbie Harry, líder de Blondie («la mujer más total de la historia», en sus palabras), y lista para embarcarse en enero en la cuarta parte de las aventuras del Hombre Araña, Dunst, que se considera una actriz muy intuitiva, retoma ahora la promoción de la comedia Nueva York para principiantes. Más simpática de lo que cabría esperar de una actriz entrevistada por teléfono, se muestra como una persona afable y accesible… en la distancia.

¿Disfruta hablando de sus películas o se le hace cuesta arriba?

-KIRSTEN DUNST. Si la película que promociono me gusta, no me cuesta mayor esfuerzo. El problema viene cuando no es así, y se dan casos. Lo primero que se me hace duro en esas ocasiones es ver la cinta, y hablar sobre ella… aún más.

En 'Nueva York para principiantes' (Robert B. Weide), que muchos han querido ver como una variante de 'El diablo viste de Prada', por su fusión de comedia ácida y romántica, se muestran los tejemanejes y argucias promocionales que agentes, publicistas y actores utilizan para lograr sus fines. ¿Le hizo reflexionar?

-Simplemente me recordó cosas que yo doy por hechas, quizá porque llevo muchos años en esta profesión. A mi personaje no le gusta nada el mundo de las celebridades y las aspirantes que harían cualquier cosa por conseguir una entrevista o una portada en una revista. Por eso, vive a caballo entre dos universos, el que le da de comer y el que le interesa; en realidad, lo que ella quiere ser es novelista.

Alison, su personaje, detesta verse rodeada de estrellas de cine. ¿Usted disfruta siendo una?

-No especialmente. A todos nos gusta que se nos reconozca nuestro trabajo, pero no me interesa ser centro de atención cuando no estoy trabajando, ese tipo de presión me incomoda. Prefiero que un director con el que trabajo y al que admiro valore lo que hago a que cientos de personas se interesen por saber dónde estoy en un momento determinado o qué planes tengo. Y, desde luego, lo que nunca hago es leer lo que se escribe sobre mí en internet. Todo el mundo tiene derecho a opinar, pero no me interesa saber qué piensa mucha gente. No creo que a un actor le beneficie que se conozca mejor quién es la persona con la que sale que la última película que ha protagonizado.

¿Pensaba en hacerse famosa cuando empezó como actriz de niña?

-Nooo..., era muy pequeña, no me planteaba cuestiones así. A partir de Entrevista con el vampiro me di cuenta de lo mucho que disfrutaba actuando y pasándome los días en los platós. Comprendí que se me daba bien la interpretación, y lo único que buscaba era no perder la oportunidad de seguir dedicándome a ello. Ni entonces me hacía gracia ser el centro de atención.

¿Queda algo hoy de la Kirsten de 'Entrevista ...'?

-(Ríe) Nunca me había parado a pensarlo… Algo habrá, claro. Probablemente, esa madurez prematura que ya tenía entonces y que he desarrollado más.

¿Era de esas niñas que actúan como una persona mayor?

-Sí, tenía un lado oculto que no reprimía (ríe). Muchos niños se conforman con pasarse el día jugando; yo necesitaba algo más. Mostraba una capacidad de concentración y un conocimiento de mi entorno que no eran normales para mi edad.

'NY para principiantes' no es precisamente su primera comedia romántica. ¿Le interesa especialmente ese género?

-Tampoco he hecho tantas, pero sí reconozco que es un tipo de historia que me gusta, el ideal para ver con tus amigas y distraerte. Suelo ir a ver comedias románticas al cine y, cuanto peores son, más las disfruto (ríe).

¿Por qué cree que tienen tanto éxito?

-A todo el mundo le apetece evadirse de vez en cuando, soñar con una relación distinta de la que tiene y sentirse bien al final. Cuando yo trabajo en alguna, todo es mucho más relajado que en otros rodajes. No necesito estar tan concentrada como para protagonizar secuencias dramáticas que te exigen mucho a nivel emocional; el tono general es ligero y tú te contagias de ese ambiente.

Se le da especialmente bien un tipo de chica de apariencia y vida más bien corrientes. ¿Cuál piensa que es la razón?

-Hay actores más capaces que otros a la hora de hacer creíbles las angustias cotidianas de sus personajes. La posibilidad de transmitir esa accesibilidad permite que la gente se identifique contigo, y eso es impagable. Porque al público no se le puede mentir.

Aunque imagino que agradece interpretar, de vez en cuando, papeles tan 'glamourosos' como el de María Antonieta...

-Y tanto, aquella fue una experiencia, simplemente inolvidable. En todos los sentidos, porque tampoco me olvido de lo duro que era meterse en esos vestidos y moverme como ella.

¿Se disfruta más una historia romántica, como la que tiene en Spider-Man, o en una con antihéroe, como la que vive Alison con Sidney (Simon Pegg) en 'Nueva York para principiantes'?

-Cada una tiene su aquel. De Nueva York… me gusta que mi personaje empieza aborreciendo a Sidney, pero acaba descubriendo sus encantos y dejándose atrapar por ellos. Con Spider-Man es todo más complicado. Peter y Mary Jane se aman profundamente, sin embargo se ven obligados a separarse una y otra vez; lo suyo es muy duro. Lo bueno para mí es poder vivir historias tan distintas.

¿Qué le aporta recuperar cada cierto tiempo a Mary Jane en la saga arácnida?

-Me encanta rodar nuevas entregas porque me apasiona trabajar con Sam Raimi. A estas alturas, hemos creado entre todos los involucrados una gran familia, nos unen muchos lazos, y no es habitual en esta profesión que se dé la oportunidad de crecer junto a las mismas personas.

¿Qué tal lleva los paseos por la alfombra roja a que le obliga cada estreno?

-Es una experiencia que resulta a la vez divertida y estresante. Disfruto de esas ocasiones, pero también soy una mujer como cualquier otra y no puedo evitar sentirme insegura en ocasiones sobre mi aspecto. Aunque cuanto mayor me hago, menos me preocupo por mi imagen. Siempre quieres estar guapa, claro, pero ya no me obsesiono por las tendencias. Bueno, en realidad nunca he sido así; tengo un estilo definido a la hora de vestir y no hago más que guiarme por él.

Asegura que procura mantenerse todo lo alejada que le es posible del universo propio de Hollywood. ¿Realmente es factible?

-No me va mal de momento. Es muy fuerte que nuestra sociedad viva tan obsesionada por la celebridad, y que hoy día cualquiera pueda acabar haciéndose famoso si realmente se lo propone. Esa obsesión termina contaminando nuestras mentes, sobre todo en EEUU, por eso hay que ser muy prudente.

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