Muere Lorin Maazel

La aldea de Castleton, a unos 110 kilómetros al suroeste de la capital de Estados Unidos, Washington, fue probablemente el escenario favorito de uno de los directores de orquesta más famosos e influyentes del siglo XX, Lorin Maazel. 

Allí, en un área que también simboliza la frontera entre el Norte y el Sur de EEUU, falleció ayer Maazel, a los 84 años, de los que pasó 75 como director de orquesta.

El viejo enfant terrible de la música clásica escogió para irse un paisaje que podría encajar en la costa de Asturias o Cantabria, con colinas, prados y bosques, y que marca la transición entre la llanura de la costa Este de EEUU y el Valle de Shenadoah, en la Cordiellera de los Apalaches.

Allí está su granja de 250 hectáreas, en la que acogía todos los años el Festival Castleton, que cuenta, entre sus diferentes locales, con una enorme tienda al aire libre y un antiguo gallinero reconvertido en teatro dotado, sorprendentemente, de una acústica extraordinaria.

El músico fue genio y figura hasta el final. Según declaró la portavoz de la familia, Jenny Lawhorn, al diario The New York Times, Maazel había estado ensayando hasta hacía poco, preparando el festival de este año, que había comenzado el 22 de junio y concluye el domingo que viene.

Una inesperada neumonía, provocada por el agotamiento de una agenda de viajes que pasaba constantemente por Europa y Asia, le obligó a cancelar su programa de actividades, que incluía dirigir el día 28 Madama Butterfly, y acabó causándole la muerte. Ahora, el festival continuará sin él.

Maazel era muchas cosas. Un niño prodigio que aprendió a tocar el violín a los 5 años y dirigió su primera orquesta a los 9. Un matemático. Un filósofo. Un políglota, capaz de expresarse con fluidez en español, inglés, portugués, francés, italiano y alemán. 

Un músico idiosincrático, dotado de una memoria y una capacidad de ejecución tan precisa que normalmente dirigía orquestas sin partitura. 

Un hombre controvertido, que para The New York Times, "era un ejemplo de contradicciones que provocaba intensos sentimientos –favorables o no– entre los músicos, los administradores, los críticos y las audiencias".

Nacido en Francia, pero hijo de estadounidenses, Maazel tuvo una carrera marcada por los éxitos espectaculares pero también por algunos fracasos no menos sonados, como el de su ópera 1984, basada en la novela homónima de George Orwell, que fue destrozada por la crítica.

Más famoso fue su enfrentamiento con el Gobierno de Austria, por lo que él consideró una interferencia política en su trabajo como director artístico de la Ópera de Viena y, las autoridades, un descarado intento por parte de Maazel de usar la institución en beneficio de su carrera profesional. 

En los últimos años, sin embargo, "se amansó", en palabras de la crítica de música de The Washington Post, Anne Midgette.

Hubo un grupo de personas con los que, sin embargo, nunca se enfrentó, sino todo lo contrario: los jóvenes. Gran parte del Festival de Castleton giraba en torno a juntar orquestas jóvenes con músicos consolidados. 

Y en su última aparición en el evento, el 28 de junio, Maazel resumió su filosofía cuando dijo que "trabajar con los jóvenes es más que una obligación: es un placer".

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