La Feria del Libro más pobre que nunca

Dos libros cuyas páginas están marcadas con los clásicos bocadillos de los cómic, pero sin diálogos, es la imagen, la metáfora, que el fotógrafo Chema Madoz ha trazado para la 71 edición de la Feria del Libro, que abre hoy sus puertas en el tradicional Paseo de Coches del Retiro. El lugar para las palabras está en blanco. La historia ha de escribirse y de momento su prólogo no es demasiado alentador. 

Este 2016 el panorama es mucho más modesto: el número de pabellones destinados a las actividades ha disminuido; desaparece, entre otros, el de Círculo de Lectores, tan activo en pasadas ediciones, y se reducen las actividades llevadas a cabo por las universidades, mientras las casetas -356, correspondientes a 425 expositores- se despliegan en medio de la incertidumbre general, con los responsables del sector editorial abrumados y expectantes ante un escenario marcado por los recortes y en el que no se dibujan signos de recuperación. 

«La crisis nos está afectando muchísimo. El descenso de los ingresos es muy significativo y la devolución de ejemplares no deja de aumentar debido a una bajada importante de la demanda», pinta en tonos sombríos el ambiente Pilar Gallego, presidenta de la Feria, cuya organización define en estos momentos como «una empresa quijotesca» que ha sido posible poner en marcha gracias al patrocinio de entidades como la cuenta Expansión del Banco Sabadell. 

CIFRAS. A falta de datos oficiales, los pronósticos apuntan a una caída en las ventas de libros del 10% en 2011, tres puntos por encima del 7% registrado en 2010, y todo indica que la situación se ha agravado en los tres primeros meses de este año.

Los libreros sitúan el descenso en una horquilla que va, dependiendo de la capacidad para el optimismo o el pesimismo de cada cual, entre el 8 y el 12 %, debido a la reducción de la demanda de una sociedad que, agobiada por la asfixia de la recesión y los malos augurios, se resiste a consumir productos culturales y aplica la filosofía del ahorro -de la tan repetida austeridad- en el gasto familiar. ¿Será la Feria del Libro de Madrid capaz, una vez más, de dar un vuelco a esa tendencia? «Se trata de una actividad lúdica y festiva que siempre ayuda a remontar la cuenta de resultados, a afrontar los meses de verano», señala Fernando Valverde, al frente de CEGAL, organización que agrupa a la todas las federaciones de gremios de libreros de España. 

Aunque el e-book no sea el protagonista de una Feria destinada a ver, palpar y dejarse conquistar por los libros de siempre, en papel, el debate sobre el proceso de cambio del sector estará presente en alguna de las mesas redondas.

No puede ser de otra manera en un momento marcado por la transición. Un momento en el que a la incertidumbre de la crisis se suma el reto de la industria del libro de adaptar sus modelos y estructuras a la era digital. Hace tiempo que el sector ha cambiado el discurso de la amenaza por el de la oportunidad. La oportunidad de expandirse, de hacer nuevos negocios. «Que nadie vuelva a decir que los editores somos reacios a asumir la transformación, porque llevamos mucho tiempo preparándonos para ello», afirma Antonio María Dávila, del equipo directivo de la Federación de Gremios de Editores. 

Según un informe reciente sobre el sector, el 75% de las editoriales españolas disponen de un proyecto digital y la tendencia va en aumento, aunque las inversiones tardarán en rentabilizarse. En 2011 se registraron en el ISBN 84.510 obras en papel frente a 17.843 en formato electrónico, por lo que éstas últimas suponen un 17% del total. Los datos fijan un incremento del 38% con respecto a 2010, pero la venta de e-books aún representa un porcentaje muy pequeño en el cómputo de la facturación total -un 2,4% en 2010- .

En el último Liber todo apuntaba a que la aceleración comenzaría este 2012, una vez asentadas las grandes plataformas de venta y cuando el precio de los dispositivos de lectura empezase a bajar, pero la bruma de la crisis cada vez es más espesa y las costumbres varían muy lentamente. Sólo el 6,8% de los españoles declara leer libros en formato digital y sólo un 3% dispone de un e-reader. 

Todo el sector está de acuerdo: la piratería es uno de los impedimentos para que se cree un mercado razonable en nuestro país en torno a lo digital. El porcentaje del negocio no está tan lejos del entorno europeo, que no llega a alcanzar el 3%, pero a diferencia de países como Francia, Alemania, Gran Bretaña o Italia, país invitado en la presente edición de la Feria del Libro, las descargas ilegales nos hermanan con países como Canadá, China, Rusia o Ucrania, según la lista elaborada por el Congreso de Estados Unidos. 

Los libreros trabajan en el proyecto de una plataforma conjunta para hacer frente a la competencia desleal de empresas como Amazon, que no respeta el precio fijo. «Para nosotros es una especie de demonio, no vamos a negarlo», asegura Fernando Valverde, de CEGAL, quien alude también a la opacidad de la plataforma estadounidense a la hora de ofrecer cifras que permitan hacer un pronóstico certero de cara al futuro. «Ahora mismo todo es tan confuso, está tan enmascarado, que resulta complicado saber cuál es el impacto real del sector». 

No ayuda tampoco el tema del IVA, ya que las descargas se gravan con un 18% frente al 4% del papel, «todo un despropósito que hay que corregir urgentemente a través de las directivas comunitarias», afirma Antonio María Dávila. 

En los corrillos habituales durante la presentación de la Feria del Libro, de lo que más se hablaba era de los recortes y del momento de parálisis que vive el sector, sobre todo los libreros, los más afectados, a la espera de recibir las partidas ya aprobadas en los últimos presupuestos. Partidas diezmadas, pero necesarias para hacer frente a los proyectos aparcados.

La rebaja de 80.000 euros -el presupuesto se ha fijado en 250.000 euros- les impedirá seguir desarrollando, por ejemplo, el programa de adaptación a las nuevas tecnologías. Y a eso hay que agregar la deuda que todavía no se ha saldado de alguna de las comunidades con los libreros correspondiente a la campaña escolar de 2011, una de las fuentes de ingreso que permiten a no pocos salvar el ejercicio. 

Una de las principales quejas del sector se centra en el capítulo de las bibliotecas públicas, que han sufrido un drástico recorte -de los 40 millones que recibieron en 2008 se pasa a seis y desaparecen los 25 destinados a los centros escolares-. «No se puede poner freno al futuro, es comprensible. Tanto en Europa como en América Latina se tiene muy claro que las bibliotecas públicas son vitales», señala Antonio María Dávila, mientras que Fernando Valverde pone como ejemplo a Francia, donde se ha puesto en marcha un exitoso sistema de excelencia y especilización estimulado con exenciones fiscales. 

En este sentido, los libreros que acudieron el pasado martes a la presentación del programa de la Feria se encontraron con una grata sopresa. Timothy Chapman, coordinador de la Delegación de las Artes del Ayuntamiento de Madrid, aseguró que la institución está dispuesta a defender la Feria, a seguir realizando campañas de fomento de la lectura y a defender las bibliotecas municipales, tres pilares a los que denominó «servicios culturales básicos». 

Ana Santos, recién estrenada como directora general de Bibliotecas, Archivos y Museos, corroboró sus palabras. «El consistorio madrileño tiene previsto volver a comprar libros con destino a las bibliotecas», señaló. 

Un poco de luz para un sector que sobrevive gracias al esfuerzo y a la capacidad de adaptación, optando en muchos casos por negocios en los que la venta de libros se combina con la oferta culinaria y un mayor número de actividades culturales. Curiosamente, la bajada de las ventas ha sido más notorias en las grandes librerías que en las medianas y pequeñas. 

Si en algo se muestran optimistas los editores es en los buenos resultados de las exportaciones, que en los primeros meses de este año han aumentado en un 15%. La venta de derechos y el aumento de las traducciones como señal del interés de Europa y EEUU por nuestros autores, así como la demanda de material de enseñanza del español, el saludable mantenimiento del intercambio con América Latina y la fuerza de la literatura infantil y juvenil, son signos esperanzadores. 

Los expositores que desde hoy y hasta el próximo 10 de junio se alinean en el Retiro tienen claro que cuentan con la mejor de las armas para hacer frente a los molinos de viento del presente: los libros. Una corriente de imaginación de consecuencias incalculables.

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